Hace ya un año que inauguramos nuestro concesionario de coches en Madrid. Desde el principio queríamos tener un concesionario de coches norteamericanos donde además se tuviese un taller para afrontar las reparaciones, sabedores de lo complicado que a veces puede ser encontrar recambios.
Emprender un negocio como este no ha sido fácil, aunque hemos decidido reunir, tanto la venta de vehículos de importación nuevos, como algunos usados que consideramos que podían tener cierto éxito entre coleccionistas o amantes del mundo del automóvil. ¿A quién no le gustaría tener un Chevrolet Corvette o un mítico Pontiac Firebird TransAm?
En ocasiones algunos de los trámites aduaneros son arduos y más de una desesperación hemos tenido, sobre todo cuando le dices al cliente que su coche llegará en tal fecha y luego termina retrasándose 15 días más, pero siempre intentamos ser claros con el cliente y la verdad es que lo agradece.
Un carácter bien diferenciado
Sinceramente pienso que los que amamos los coches norteamericanos tenemos un carácter diferente, no ocultamos las ansias de que llegue nuestro bólido, pero nos lo tomamos con mayor tranquilidad, por lo que en general no tenemos problemas de consideración.
El caso es que, con los números en la mano positivos, pese a que los comienzos suelen ser duros, tomé la decisión con mi socio de hacer una cena de celebración en mi casa de la sierra madrileña. Tengo la suerte de contar con una buena finca, por lo que el espacio no iba a ser problema.
Para el catering hice caso a mi socio y confié en cateringamorena.com una empresa gallega que se encargaría de todo. Pese a ser de Orense, hicieron el esfuerzo dada la ilusión que teníamos por que fuera una cena de bandera y según me dijo mi socio el catering era realmente exquisito.
Lo cierto es que no tenemos queja alguna, pues todo estuvo a pedir de boca e incluso alguno de los invitados no dudó en pedirnos los datos para algunas ocasiones en la que precisen de sus servicios. Da gusto que pese a venir de lejos, los platos estuvieran tan magníficamente realizados y presentados, una buena comida gallega que hizo las delicias de todos los presentes.
Había mucho que celebrar, pues comenzamos este negocio con gran ilusión, pero con las incertidumbres lógicas de toda persona que emprende, por lo que no dudamos en celebrarlo como se merece. Un proyecto así, tan diferente tiene como es natural muchos riesgos, pero merece la pena ver como los clientes confían en ti y las ventas cada vez son mayores.
Dicen que el boca a boca es poderoso y en los meses que lleva el negocio, podemos dar fe de que verdaderamente es así. A nuestro concesionario no solo viene gente de Madrid o de las ciudades de los alrededores, sin ir más lejos la semana pasada un canadiense que vive en Mérida vino a preguntar por la disponibilidad de un Lincoln Navigator.
Queríamos agradecer a todos nuestros colaboradores y clientes su confianza y causarles una magnífica impresión y la verdad que lo conseguimos. Los pequeños detalles también cuentan.