Elogio del camionero

La esencia del transporte es una de las cosas más sencillas del mundo: coger una cosa en un punto y trasladarla, por la vía y el camino más rápido posible, a otro lugar. Sin embargo, en ocasiones, llevar a cabo ese viaje se antoja más complicado de lo que suena. En el caso de trabajadores de empresas como esta de transporte de vehículos por carretera, por ejemplo. ¿Quién no ha visto los clásicos camiones de transporte de coches por las autopistas? ¿Quién no ha adelantado mientras conducía a alguno de ellos? A menudo, cuando me cruzo con algún vehículo de gran tonelaje, que transporta sus mercancías, me gusta imaginar esos camiones de las películas estadounidenses que brillan con sus múltiples luces de colores y aportan algo de luz a las oscuras y frías carreteras. Hace poco leí, incluso, que en un pueblo de Estados Unidos se había organizado un concurso sobre camiones decorados con motivos y luces navideñas. No contentos con su tradicional iluminación de navidad en las calles de Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades, los americanos siempre buscan algo más.

No obstante, la vida del camionero no es así de glamurosa, ni de lejos. Ellos son los que, durante años, se pierden largos periodos de la rutina de sus hogares para que todo lo que nosotros necesitamos esté disponible allá donde lo precisemos. Ya sean transportes alimenticios, de vehículos o de cualquier otra mercancía, millones de camiones, con sus consiguientes camioneros, velan porque todo esté en el lugar que debe y en el momento preciso de necesidad. Sin ellos, sin su trabajo y esfuerzo, y por supuesto, sus sacrificios, sería imposible que la sociedad luciese como luce hoy en día.

Se puede asegurar que el camionero tiene dos hogares, uno en tierra y el otro, siempre móvil. El camión, esa pequeña cabina que adornan con posters, fotografías, figuras o colgantes que caen del espejo retrovisor, se convierte en la vivienda del trabajador durante gran parte del año. No cabe duda de que, por este motivo, el que trabaja en un camión acaba por coger tanto cariño a su cabina como a un miembro de su familia más.

A veces el oficio de camionero es ingrato. Casi siempre lo es. Pero a la vez tiene algo de encantador. Ese halo casi místico o literario por el que vemos al camionero de la misma forma en la que veíamos al marinero en tiempos de antaño. Una especie de Marco Polo de las carreteras, un hombre (o mujer, que también las hay, aunque en un número menor) que ha llegado hasta puntos del mapa que cualquiera de nosotros ni siquiera nos plantearíamos. Puntos a los que nuestro humilde coche jamás llegaría. Y, como los marineros, siempre trae historias que contar, anécdotas de sus viajes envueltas en unas terribles ganas de hablar y relatar sus experiencias. Sin embargo, esas experiencias son la mínima parte del trayecto; el resto, la cabina, la música y el silencio de los coches que adelantan, entran y salen de la autovía y se aproximan a sus destinos, casi siempre más cortos que los del camión que atraviesa un continente.

Pero, ante todo, un camionero es un profesional de la carretera; un trabajador que, antes que nada, lo que quiere (por norma general) es llegar a buen puerto, descargar y poder volver a disfrutar de su familia o de su ciudad. Da igual el destino, da igual el origen, lo que importa es llegar y volver. Tanto si estamos efectuando un transporte desde Alemania a España como si el cometido es llevar muebles a un centro de distribución suizo y después volver con el camión lleno de mercancía para España.

A menudo nos olvidamos de cuáles son los pequeños actores que mantienen nuestro mundo en pie. En ese caso, los camioneros de largas distancias (aunque también los de cortas, aunque en este sentido el sacrificio suele ser algo menor) se merecen un lugar en el podio. Un pilar de nuestra sociedad moderna, siempre en constante intercambio de productos y servicios, que mantienen con su viaje continuo las estanterías llenas. Es por eso que, aprovechando este artículo, deseamos una feliz navidad a todos los profesionales del camión y de las carreteras.

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