Adoro los libros, no lo puedo negar. Podría estar hablando de ellos todo el día. Me gustan tanto que al final es lo que siempre regalo cuando llega un día especial como pueden ser un cumpleaños, el Día del Padre, Navidad, San Valentín, etc. De hecho, antes me pasaba horas en casa leyendo, hasta que abrieron en mi localidad un establecimiento que es cafetería y panadería a la vez, donde el ambiente es tranquilo y sirven buenas meriendas, y allí me encanta ir a leer. Al menos así salgo de casa y veo algo la luz. Se trata de El Molí Pan y Café, una red de franquicias de mucho éxito por la calidad de sus artículos, tanto que a veces me planteo abrir la mía propia para leer allí incluso cuando llega la hora del cierre. Pues bien, como os decía, los libros son mi vida, y ahora que llega el Día del Padre quiero daros una lista de mis últimas recomendaciones para que tengáis alguna idea para regalar.
- En ‘Estridente y dulce’, de Adam Thirlwell, el héroe y narrador se despierta en la cama de un hotel junto a una mujer que no es su esposa, sino una amiga de ambos. La sorpresa se transforma en profunda angustia cuando advierte que la cabeza de la mujer se encuentra sobre una mancha de sangre, posiblemente a causa de las drogas que ambos tomaron la noche anterior. Asistimos a la caída libre de un personaje narcisista y politoxicómano que, hasta ese momento, llevaba una existencia confortable en la zona residencial de una megalópolis anónima. Allí vive junto a su esposa, el perro de ambos y un viejo amigo de la infancia en casa de unos padres tan comprensivos como consentidores. Estos le han proporcionado una buena educación y lo han apoyado en todo, pero no pueden evitar observar con inquietud el hecho de que su hijo haya decidido abandonar un empleo seguro para atender la llamada de una tardía vocación artística. Entre múltiples obsesiones y paranoias, sexo, drogas, violencia e infinitas elucubraciones circulares, los acontecimientos terminarán precipitándose y nuestro atribulado y neurótico héroe se verá empujado a cometer actos de cuestionable moralidad o directamente reprensibles, que rememora en estas páginas con franqueza y cierto pesar.
- Un libro para hombres puede ser ‘Un libro para ellas’, de Bridget Christie, una humorista sin pelos en la lengua, célebre en el Reino Unido por sus monólogos teatrales, en los que denuncia el machismo que sigue imperando en la sociedad contemporánea y reflexiona sobre la condición femenina. Y, para que sus agudas reflexiones cargadas de sarcasmo quedasen negro sobre blanco, una editora, sobre la que Christie se apresura a explicarnos que también ha publicado en inglés el Mein Kampf de Hitler (eso sí, en edición crítica y anotada), le pidió que escribiese todo eso que explica, parodia y condena sobre un escenario. El resultado es este libro, entre la evocación de vivencias personales (por ejemplo, cómo un pedo la convirtió en feminista: sí, un pedo, hebéis leído bien) y el panfleto descacharrante (por ejemplo, los tópicos inacabables sobre las feministas: no practican sexo jamás, todas son lesbianas, gordas y feas, todas nacieron en los sesenta y todas usan gafas y parecen la Velma de Scooby-Doo…, ah, y, por supuesto, todas se pasan el día quemando sujetadores). Habla también de la mutilación genital, de las escandalosas cifras de tocamientos no consentidos en los colegios británicos y de la también escandalosa brecha salarial, de las campañas de lencería con mujeres normales, de la industria del sexo, de la dictadura del físico, de las chicas enseñando las tetas en el The Sun de Rupert Murdoch… Y habla también de mujeres: históricas como las Brontë, Mary Wollstonecraft o las sufragistas, y actuales como Malala, la niña víctima de los talibanes por querer estudiar. Pero no se olvida de los hombres, históricos como el esteta decimonónico John Ruskin, que se desmayó al ver el abundante vello púbico de su joven esposa la noche de bodas, o actuales como Nigel Farage (bestia negra de la autora), Dan Brown o el piloto de carreras Stirling Moss, que considera que las mujeres no están capacitadas para conducir tan rápido y, para demostrar su superioridad, un día se cayó por el hueco del ascensor porque al abrir la puerta no se fijó en que no estaba en la planta…
Y una novela diferente
Otra novela interesante es ‘Cáscara de nuez’, de Ian McEwan. Aquí, Trudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Este, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy. Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última. Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él. Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force solo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.