Cuidar una mascota supone una gran responsabilidad para la que hay que estar preparado y predispuesto desde el primer día de su llegada. Incluso los loros, unas aves imponentes y de gran fortaleza, precisan de una serie de cuidados específicos para que, con el tiempo, puedan convertirse en unos adorables compañeros de vida. Jaulas para loros como las que se pueden obtener en la web de Mascotas Alfalfa, un hueco confortable, seco y soleado para que gane alegría, paquetes con comida y suplementos alimenticios para cuidar su salud, cariño y paciencia para lograr que se aclimate adecuadamente a su nuevo hogar. Todo esfuerzo es necesario, puesto que la recompensa es igualmente elevada.
En este sentido, la llegada a casa del animal es un momento determinante que puede condicionar, para bien o para mal, su adaptación a la familia. Debido a la brusquedad del cambio, el loro puede estar asustado y caer víctima de un estrés que comporte la pérdida de defensas de su metabolismo y la adquisición de enfermedades importantes. De ahí que un trato cauteloso por parte de sus compañeros de vivienda humanos y la preparación de una jaula perfectamente adecuada a sus necesidades son requisitos imprescindibles para celebrar esta bienvenida. Esto significa que el cubículo debe permitir que el loro abra las alas con plenitud, para evitar sensaciones de claustrofobia, y su estructura debe ser rectangular o cuadrada, para crearles seguridad, con uno de sus lados orientados hacia una pared o un rincón que les permita coger confianza con el espacio, sin sustos inesperados. Además, los barrotes de la jaula son un útil instrumento de ocio para el ave, que puede jugar a escalar por ellos o a desplazarse de un lado a otro para ejercitar su musculatura. Su ubicación dentro del hogar debe alejarse de lugares con excesiva exposición a humo y gases como la cocina o a vapores y humedades como el baño. Asimismo, dado que hay que tener en cuenta que los loros son animales sucios y ruidosos, su localización debe admitir cierta contaminación por parte del loro y, de la misma manera, un rápido limpiado, a la vez que se procurará que no perturbe el descanso de ningún inquilino y, en especial, de ningún vecino de la propiedad.
En cambio, el carácter sociable y alegre de los loros hace que los lugares con mucho tránsito, donde puedan disfrutar de la compañía de sus dueños, sean especialmente indicados. De ahí que, como poco, el loro exija una hora al día de atención exclusiva, con juegos, contactos e interacción activa con el dueño. De otro modo, puede sufrir depresiones, donde la inactividad o la falta de apetito sirven como indicadores claros de la situación. Asimismo, es recomendable que disponga de juguetes particulares durante el tiempo que permanezca en solitario, que pueden ser desde trozos de madera hasta envases y otro tipo de objetos aptos para roer y manipular. Estos han de serle presentados con cuidado, para que los asimile y desarrolle curiosidad por ellos, sin estresarlo. También cabe la posibilidad de cercarle un área propia en la que pueda volar, gatear e investigar a su antojo, libre de riesgos y de productos que puedan intoxicarle.
Respecto a la higiene, como hemos mencionado los loros no destacan precisamente por ser animales limpios. Una ducha administrada con pulverizador con una regularidad de cuatro o cinco veces por semana –incluso a diario en meses calurosos- sirve para contrarrestar estos hábitos. El agua pulverizada ha de tener una temperatura elevada para evitar que el loro se enfríe durante la limpieza. Por otro lado, una visita anual al veterinario especialista en aves exóticas, con sus pertinentes análisis, ayudarán a controlar el estado físico del loro y a prevenir posibles enfermedades.
Los loros destacan además por ser animales bastante maniáticos y exquisitos en cuestiones de alimentación, por lo que conviene proporcionarles una dieta cuidada, variada y controlada –grano escaso en materia grasa, fruta, verdura,…-, sin caprichos y rica en todos los nutrientes esenciales. Alguno de los alimentos prohibidos en la dieta de un loro son el aguacate, cafeína, dulces y chocolates, bebidas con gas y alcohol, patata, col, comidas hipercalóricas, saladas, azucaradas, alimentos que incluyan conservantes alimentarios, perejil y berenjena. Para administrarles calcio es mejor rallar a conciencia la clásica pieza de jibia o bloque de calcio que dejársela tal cual en la jaula, puesto que de este modo puede dañar su tracto digestivo a través de esquirlas y partes angulosas.