La pandemia está dejando todo prácticamente por los suelos. Pocos son los que han tenido un buen año, al nivel que sea, este pasado 2020, y menos aun los que en estas pocas semanas de 2021 se han sentido bien. Y es que muchos de nosotros cogimos el primer confinamiento con algo de ánimo. Veíamos los números de infectados y muertos y salíamos a aplaudir a las 20:00 a todos los sanitarios, policías, bomberos, limpiadores y cajeros de supermercado con toda nuestra fuerza para decirles que estábamos en casa, pero que les estábamos apoyando. Ahora ya no nos queda fuerza ni para la primera palmada.
Está claro que los primeros que tienen derecho a venirse abajo son todos esos profesionales que se han dejado la piel para ayudar con su trabajo todo lo que han podido y ahora están viendo cómo la falta de respeto que está teniendo nuestra sociedad ha provocado una tercera ola, más mortal y contagiosa que las dos primeras. Es una falta de respeto hacia ellos cada vez que nos quitamos la mascarilla donde no debemos, o cada vez que incumplimos las normas, y por eso, y porque ya no pueden más, son los que más derecho tienen a sentirse desanimados. Pero da igual, esta nueva pandemia nos está empezando ya a tocar a todos, no podemos más, y no vemos la luz al final del túnel.
La llegada de las vacunas creó un pequeño velo de felicidad al que muchos de nosotros nos agarramos con fuerza esperando que ese fuera el principio del fin, y aunque muchos como yo lo seguimos pensando porque me niego a perder la esperanza, la realidad es que cada vez todo esto nos afecta más.
Yo misma me doy cuenta de que llega el fin de semana, donde se supone que tenemos tiempo libre para hacer cosas, y realmente me deprimo más que el resto de la semana porque no sé qué tengo que hacer ¿Me voy a pasear para que le dé el aire a mi hija y con suerte tome un poco el sol? Pero ¿dónde? Los espacios grandes, amplios y abiertos son precisamente donde más personas se están reuniendo estos últimos días y eso es lo que debemos evitar. En mi ciudad esos sitios se reducen al paseo de la playa, a tres paseos contados grandes que tenemos y a los parques, donde los columpios están cerrados así que también sirven solo para pasear. Tampoco podemos quedar con nadie, obviamente, y la hostelería permanece cerrada así que… ¿qué opciones nos quedan?
Cada día se me hace más difícil todo, y lo peor de todo es que no puedo animar a mi hija para que ella no sufra las consecuencias de la pandemia porque no tengo ánimo de nada, pero es algo que no debemos perder de vista. Los niños también sufren depresiones, ansiedad y estrés, tengan la edad que tengan, y en nuestra mano está poder ayudarles.
La semana pasada fue el cumpleaños de mi sobrino, no podíamos ir a verle, no podíamos hacer nada con él porque en mi comunidad están prohibidas las reuniones sociales salvo de 1 persona así que… ¿qué podíamos hacer? Pues compré varios adornos de cumpleaños en Idealfiestas, compré una pequeña tarta en Mercadona y luego, a la hora acordada, hicimos una videollamada entre 7 hogares, todos decorados, todos con tarta, y cuando el niño descolgó el teléfono y vio a todos sus tíos, primos, abuelos e incluso a un amigo del colegio con su familia celebrando con él su cumpleaños en la distancia se emocionó tanto que no podía hablar. Tiene 7 años, pero le sobra inteligencia para saber lo que está pasando y el esfuerzo que hicimos todos.
Señales de depresión
Para poder ayudar, y ayudarnos, lo importante es poder detectar quién podría estar sufriendo un principio de depresión. Vamos a ver algunas señales de depresión durante la crisis del coronavirus que la publicación Child Mind ha publicado en su página web:
Tristeza o irritabilidad inusuales y persistentes, incluso cuando las circunstancias cambian
- Pérdida de interés en actividades que alguna vez disfrutaron; sentimientos de anticipación reducidos
- Cambios en el peso
- Cambios en los patrones de sueño
- Pereza
- Autoevaluación negativa (“Soy feo. No soy bueno. Nunca haré amigos”.)
- Sentimientos de inutilidad, desesperanza
- Pensamientos o intentos de suicidio
Según está publicación médica, la depresión suele ocurrir con más frecuencia durante la adolescencia pero puede ocurrir en niños mucho más pequeños, incluso en edad preescolar, de ahí que la preocupación ahora sea mayor que nunca, y es que la pandemia está afectando a todos por igual y si antes 5 niños pequeños de cada 1000 podían sufrir este trastorno, ahora son 20 o más.
Según el experto de Child Mind Instituto una de las primeras cosas que debemos hacer si detectamos algún tipo de señal de posible depresión es animar a los niños a hablar de sus propios sentimientos. Hay que preguntarles cómo se sienten, qué piensan al respecto de algo y decirles que queremos ayudarles a sentir mejor. Lo ideal es que estén a solas, para que nadie interrumpa esa conversación, y digan lo que digan (aunque pueda parecer inverosímil) hay que evitar juzgarles con frases tipo “anímate, eso no tiene importancia”, porque para él sí la tiene, y si no se la damos acabará pensando que nadie le entiende y se encerrará en sí mismo.
Hay bebés, como mi hija de 18 meses, que han nacido prácticamente viendo ya a la gente con la mascarilla puesta y caemos en el error de pensar que para ellos todo entra dentro de su normalidad y, por ende, no van a entristecerse. Sin embargo, y a pesar de su corta edad, tienen unas necesidades que no se están cumpliendo ahora como socializar con otros niños, jugar en los parques, ver a sus abuelos y solar energía. Hoy por hoy, mi hija no sale a penas entre semana y cuando llega el fin de semana intentamos salir por la mañana, el sábado y el domingo, para pasear, pero en casa no hay espacio para que juegue y corra así que ¿cómo voy a enfadarme con ella si luego está irascible, no se duerme o está hiperactiva? Lo extraño y preocupante sería todo lo contrario, que estuviera tranquila sabiendo como sé que no gasta sus energías y, como bien dice su abuela, “no se desfoga”.
¿Qué podemos hacer para estimular a un hijo deprimido? Pues según la misma publicación de la que hablaba antes, algunas cosas que podemos hacer son:
- Actividad: aunque estemos en casa y no podamos salir hay que intentar mantener una actividad constante. Podemos hacer juegos en el salón, en el pasillo o poner música y saltar y bailar como nunca antes lo habíamos hecho. Eso les aporta una sensación de diversión y placer al tiempo que gastan energías y se protegen contra la depresión.
- Evita la obsesión negativa: es normal que todos veamos lo que está pasando, aunque sea un niño pequeño, y es normal que sienta la negatividad que hay ahora mismo en cada rincón pero debemos ayudarle a evitar obsesionarse con ello cambiando de tema, hablando de cosas positivas y jugando con él.
- Aumente su confianza: hay que decirle que esto acabará algún día, ha de saberlo y enfocarse en eso, pero también tiene que saber que es fuerte y que puede con todo esto y mucho más.
- Evaluación positiva: cuando algo moleste a su hijo o no le guste pídale que evalúe la situación porque, muchas veces, nuestros sentimientos exageran. Por ejemplo, él puede “sentir” que esto no acabará nunca pero la evidencia dice que sí acabará, y que no tardará mucho en hacerlo, así que hay que evaluar ese sentimiento y demostrarle que la realidad es otra muy diferente aunque todo parezca muy oscuro ahora mismo.
- Planes de futuro: parece extraño decir que es bueno hacer planes ahora que no sabemos qué puede pasar mañana, o pasado mañana, con esta pandemia, pero hacer planes de lo que harán en familia cuando sea posible puede animar a sus hijos a pensar en un futuro mejor. “Iremos a la playa”, “quedaremos con fulanito para jugar”, “celebraremos una fiesta de cumpleaños atrasada”, “iremos a la piscina con menganito”, etc.
Pueden parecer pequeñas cosas pero si se aplican bien es muy posible que consigamos cambiar la visión que tiene el niño sobre todo esto que está pasando. Incluso nosotros mismos nos veremos beneficiados al obligarnos a pensar así para animar a nuestros hijos porque realmente, pequeños o mayores, todos tenemos los mismos sentimientos y podemos sentirnos igual de felices o tristes en cualquier momento.
Apuesta por estar bien ahora para salir de esto bien y mejorar aún más el día de mañana. Apuesta en familia por la diversión, por difícil que parezca, y deja crecer la creatividad de todos para mantenernos activos y contentos en los momentos de ocio que podamos vivir, dentro o fuera de casa, eso da igual.