España es el país de los restaurantes. Solo hay que ver el número de establecimientos que hay y que cada año va a más. En España todo se celebra en un restaurante. Lo bueno y lo malo. Y hasta, y esto parece increíble en otros países donde he estado, se cierran negocios. No te haces una idea de la gran cantidad de empresarios que deciden quedar en un restaurante para hablar de grandes proyectos.
Pues bien, detrás de un restaurante lo que hay es mucho trabajo, en todos los aspectos. Y es cierto que actualmente la burocracia española no lo pone nada fácil. Y es que abrir un restaurante no es simplemente cocinar bien y tener un local bonito. Detrás de cada menú y cada mesa servida, hay meses, incluso yo diría que años, de un ingente trabajo silencioso, de decisiones (a veces buenas, regulares y malas), y de una burocracia que puede desanimar aunque seas el tío más positivo del mundo.
Porque la hostelería, y eso es algo que tenemos que tener muy claro antes de emprender, más allá del arte culinario, es una empresa que se construye con el día a día, con paciencia, planificación y un gran conocimiento del sector. De ahí que muchas veces que vemos que un restaurante cierra, digamos, “joer, con la buena comida que daban”. Y es que no siempre nos vale con ser los mejores cocinando, una empresa es también gestión.
El comienzo
Todo comienza con una idea. Hay que tener un concepto gastronómico que nos haga únicos, pero también una ubicación soñada, un público objetivo al que nos tenemos que dirigir. Por ejemplo, no me vale poner un restaurante de hamburguesas en un barrio donde la media de edad de la población es de 70 años. Si eso no lo hemos estudiado, pues tendremos un problema.
Pero esa inspiración necesita transformarse en un proyecto tangible. “La gente cree que basta con tener una buena receta o una idea creativa. Pero esto es un negocio. Y como tal, hay que entenderlo como un todo: marketing, proveedores, logística, personal, normativa…”, me contó hace unos meses un joven emprendedor.
Y es que encontrar el local adecuado no es solo una cuestión de estética o tamaño, hay otros factores como el flujo peatonal, la accesibilidad, la competencia cercana y la infraestructura del espacio que son claves. Y por supuesto, y esto es algo que no mucha gente sabe, no todos los locales están habilitados para ser restaurantes, lo que lleva al siguiente y más duro punto, la obtención de licencias, que es el titulo de nuestro artículo.
La licencia
La obtención de licencias suele ser el punto donde muchos empresarios flojean. Para abrir un restaurante legalmente en España (y en muchos países), es necesario contar con una larga lista de permisos que varían según la comunidad autónoma y el municipio. Que esto es algo que nunca entiendo. Si todos somos iguales ante la ley, no entiendo por qué un catalán tiene que hacer menos papeleos que un murciano o que un gallego.
Así de buenas, apunta que tienes que contar con una licencia de actividad, de apertura, sanitaria, de terraza (si aplica), certificado de eficiencia energética, control de ruidos, de extinción de incendios, registro en sanidad… la lista es larga y dura.
Los plazos pueden extenderse meses, y los requerimientos técnicos y legales son a menudo difíciles de comprender para alguien sin experiencia. Por eso, cada vez más emprendedores optan por delegar esta parte a empresas especializadas en gestión integral de apertura de negocios.
En este punto es cuando la mejor recomendación que os puedo dar es la de acudir a una empresa que gestione todo el proceso de apertura no solo ahorra tiempo, sino también errores costosos. “Para obtener cualquier tipo de licencia de apertura de una actividad, es necesario un Asesoramiento técnico respecto de la posibilidad de desarrollar la actividad en el local elegido cumpliendo la Legislación vigente”, nos indican desde Prada Ingenieros, por lo que conviene realizar un estudio en cuanto a condiciones del local respecto a insonorización, protección contra el fuego, accesibilidad para discapacitados etc.
Estas compañías se encargan de realizar los estudios de viabilidad, tramitar las licencias, coordinar las reformas necesarias para cumplir con la normativa, e incluso ofrecen asesoramiento sobre interiorismo, equipamiento y selección de proveedores.
Ya has visto que abrir un restaurante es una aventura emocionante, pero también muy dura. La pasión es indispensable, pero no suficiente en muchas ocasiones.
Por eso, mi gran truco es que hay que rodearse de expertos, ya que eso puede marcar la diferencia entre el éxito y un fracaso que nos haga no querer volver a poner nada en marcha.
EN España, y en un sector tan competitivo y regulado como la hostelería, dejarse asesorar no es un gasto, es una inversión más que necesaria.