Confieso que, desde hace un año o dos, pertenezco a esa franja de edad en la que tus mejores amigos y tus primos comienzan a casarse y tener niños. Y eso conlleva, en efecto, tener que echar una mano en la preparación de este tipo de eventos. Hay personas que esto lo tomarían como una verdadera oportunidad de dar rienda suelta a su capacidad para organizar eventos y que todo el mundo disfrute de la velada. Sin embargo, a mí me costó entrar en ese mundo. Recuerdo cómo la primera vez, en una boda de un primo en la que muchos familiares ayudamos con la organización, nos costó encontrar un salón para la celebración hasta que conocimos La Espuela Salones – Restaurante. También recuerdo la cara iluminada de la novia cuando salimos de ver el espacio. Sabía que iba a ser allí. Por fin, tras recorrernos casi en su totalidad todo el sector de los salones para boda de Castellón, había dado con el lugar idóneo para su celebración. Desde entonces, en cada boda que me implico, propongo el lugar como una posibilidad fantástica para el convite y la fiesta posterior. Tal vez esto demuestre cierta falta de originalidad por mi parte, pero, por otra parte, si algo sale bien la primera vez ¿por qué no repetirlo en posteriores ocasiones?
Después de la boda de mi primo un par de amigos han vuelto a celebrar sus eventos en este salón para bodas de Castellón y en ambos casos el resultado ha sido óptimo. La verdad es que, una vez encontrado, se agradece, ya que la elección del espacio para la celebración de un evento, ya sea boda, bautizo o comunión siempre es un punto delicado en el progreso de la organización del mismo. Las posibilidades son diversas y variadas. Y generalmente cada una ofrece algo que las demás no. Ya sea una finca, un espacio abierto, algo diferencial en su carta, el servicio de camareros, o cualquier otra cosa, cada establecimiento tiene su propio aspecto diferencial sobre el resto.
En muchos casos, la elección es casi pasional o impulsiva. Después de ver muchos lugares, entramos a uno en el que muchos de los que organizamos la boda nos sentimos a gusto. Un lugar que permite visualizar una celebración al gusto de la pareja, que tras visitar varios espacios, por fin ve la luz y se decanta por uno. En realidad, esto es algo que siempre ocurre en la toma de decisiones a la hora de adquirir un producto. El ser humano tiene una parte pasional que no atiende a razones y que siempre permanece latente en cada una de las decisiones que tomamos. Hay que contar con ello. Sin embargo, el estudio pausado de las posibilidades y, por otra parte, el buen asesoramiento de nuestros seres queridos contribuye a que ese impulso de elección se haga bajo una minimización de los riesgos. Evidentemente, si antes de la elección final has descartado lo que menos te gusta y has dejado solo aquellos que te ofrecen algo que sí te interesa o te parece perfecto para tu celebración, la elección va a ser buena.
Al final, en esencia, todas las fincas para bodas de Castellón y de cualquier ciudad tienden a ofertar las mismas condiciones. Con sus pequeñas diferencias, pero muchas similitudes. El menú, los salones, el espacio abierto –si lo tuviera–, la música, la fiesta con barra libre, el fotógrafo si la pareja lo desea, incluso el transporte desde la iglesia o el juzgado, etc. Todos estos servicios terminan por ser ofrecidos en casi todos los casos, por lo que al final se comprende que la decisión final pueda venir inducida, por ejemplo, por la posibilidad de celebrar la boda en un entorno natural cercano a la montaña. O por algún tipo de decisión similar, más cercana a lo emocional que a lo racional o comercial. Es evidente que el día de la boda es, probablemente, uno de los tres más recordados a lo largo de los años. Por eso es importante que todo salga a pedir de boca, desde el espacio hasta la fiesta, pasando por la cena o comida, el trato, etc. Hoy en día, los salones garantizan todo eso.