Si hablamos de tendencias decorativas, cada vez buscamos más la vuelta a otras épocas. Nada parece permanecer en el momento presente. En cuestiones de moda, sea en el ámbito que sea, se lleva el retroceso, pero si puede ser, unido a lo moderno. También es posible encontrarse entre dos aguas y pretender aunar estilos. Esta tendencia, es muy habitual, escoger lo mejor de cada estilo, según el criterio personal de cada uno.
Si entras en tiendas de decoración, puedes encontrarte con tendencias, modas, estilos propios y amplio catálogo para satisfacer tus necesidades, como es el caso de Briconeo, expertos en suelos y papel pintado que revolucionan el sector de la decoración actual.
Nuestra sociedad invita a crear, pero sin salirse de la norma. Puedes aportar tu toque a la decoración, pero los elementos que la componen, son los que son. Aquellos que siguen con gusto las líneas estipuladas, enamorados del buen gusto por la decoración y la conjunción y conjugación de elementos dispares de forma armoniosa, disfrutan enormemente de las numerosas posibilidades que podemos encontrar en el mercado.
La eterna lucha entre lo nuevo y lo viejo en lo que a decoración respecta, mantiene una batalla en igualdad de condiciones. Tradición y modernismo, pugnan por permanecer en las lindes de la vanguardia y no caer en el olvido de la decoración de los hogares. Lo añejo prevalece sobre lo nuevo en según que aspectos, pues a todos nos gusta conservar la esencia de lo que fuimos aunque ya no lo seamos. Hay elementos que pueden trasladarse de un momento a otro de la vida, pues narran la historia de quien los posee, en tanto que otros, pertenecen a un momento, a una época. Por ejemplo, una cama, por mucho que nos guste lo vintage, la cama que tenias en casa de tu abuela, compuesta por un colchón de lana y una estructura que chirria a cada susurro, ya no es válida. No solo por su aspecto que puede ser muy chic, sino porque puede resultar poco idónea para procurar un buen descanso.
No conviene mantener una buena y elegante decoración si no resulta cómoda. Lo principal es crear ambientes cálidos, acogedores y que inviten a permanecer.
Va de retro
O de vintage que no es lo mismo, aunque se comparen y mezclen. Ambos estilos suelen convivir en un mismo lugar y confundirse cuando en realidad, se trata de dos estilos diferentes que abarcan elementos diferentes aunque, semejantes. Para entenderlo, vayamos al origen del asunto y así, aprenderemos a diferenciar entre lo vintage y lo retro para poder aplicarlo convenientemente a nuestras ideas decorativas.
Comúnmente, denominamos vintage a aquello que es, a nuestro padecer, antiguo. Ahora bien, antigüedad es una cosa, vintage, otra y retro, algo diferente y, a pesar de lo que se cree, moderno.
Pueden parecer sinónimos, pero no lo son. Estos términos, evocan al pasado y en cuestiones de decoración, se trata de estilos inspirados en otras épocas. Ahí, es donde se determina la diferencia absoluta entre el vintage y lo retro: su momento de creación. La época en la que se conciben.
De tal manera, el concepto de vintage, adquiere una mayor fuerza y peso que el de retro. Lo vintage vino para conquistar nuestra vida. La ropa vintage, esa cafetera vintage, la bicicleta o el coche vintage y, obviamente, los elementos decorativos que componen nuestros hogares: el sofá, la mesa, las sillas… cada uno de su padre y de su madre, con toques de antigüedad y un lustre desvencijado. Nos encanta.
La palabra vintage, procede del inglés y se trata de un término vinícola que hacer referencia a la vendimia, concretamente, a la añada. Extrapolado a otros campos, adquiere la propiedad de ser sinónimo de antiguo. Sabiendo esto, añadimos que, para que una pieza sea vintage, debe haber sido fabricada al menos veinte años atrás y su estilo y diseño, ha de ser claramente representativo de la época en la que se fabricó.
Para catalogar una pieza como vintage, debe ser original y se utiliza, sobre todo, en las creaciones realizadas entre los cincuenta y los ochenta del pasado siglo.
Entonces, para que nos aclaremos, lo vintage tiene que haber sido fabricado en otra época, no evocarla. Un walkman que compraste en mil novecientos noventa y dos, es vintage. La estufa de tu abuela que lleva con ellas más años de los que puedes recordar, es vintage. El video VHS, es vintage y así con todo lo que procede del pasado.
Pasamos a lo retro y, nos encontramos con que siendo lo mismo, es totalmente diferente. Lo retro también mola. Nos adentra en otras épocas. Nos lleva a otros lugares sin movernos de nuestra casa. Nos encanta ver en las tiendas esos frigoríficos Smeg de una puerta y líneas redondeadas, esa furgoneta estilo hyppie como la que lleva Scooby Doo… los tostadores y cafeteras de estilo vintage pero que no son vintage… Todo el mundo puede hacerse con estos objetos y decorar su casa. Pensando que se tratan de artículos vintage y que son únicos, caemos en la “trampa” que supone lo retro para el profano.
La gran diferencia entre retro y vintage no esta en la apariencia que, es bastante similar. Se encuentra en el momento en el que se fabrica. Si lo vintage debe haber cumplido y rebasado la mayoría de edad para considerarse vintage, lo retro no necesita cumplir con dicho requisito. Por lo tanto, retro es todo articulo que, inspirado en un estilo decorativo anterior a su fecha de fabricación, puedes adquirir nuevo y actualizado, ya que se reinterpretan los diseños antiguos para trasladarlos a la actualidad.
Así pues, esas videoconsolas arcade que puedes encontrar en tiendas especializadas, son retro y no vintage. Esa furgoneta Volkswagen que tanto nos gusta, no es vintage, puedes comprarla recién salida de fábrica.
En cualquier caso, este dato, tiene la importancia mínima, puesto que se trata de dos estilos diferentes, aunque paralelos que pueden combinarse a la perfección. Lo importante es llamar a las cosas por su nombre y saber diferenciar lo vintage de lo retro, aunque luego, los combines.
Antiguo y moderno
Si nos gusta lo vintage no quiere decir que nos guste lo antiguo. Pero ¿en que momento se considera antigüedad y no vintage? A buen seguro que para muchos, vintage y antiguo es lo mismo y a su vez, es viejo. En este sentido, lo retro “mola” más por que suena a moderno dentro de lo viejo.
Aunque existe un debate sobre la edad que debe tener una antigüedad para considerarse como tal, según el experto en cuestión, puede ser de un mínimo de cincuenta años. Si bien es cierto que en el mercado, suele exigirse un mínimo de cien. Como ocurre con todo, también aquí podemos encontrar excepciones. Los artículos tecnológicos, por ejemplo, fabricados en los sesenta, setenta u ochenta del pasado siglo, pueden considerarse como autenticas reliquias como es el caso de los tocadiscos.
Algunos artículos, pueden ser considerados a la vez retro, vintage y antigüedad, algo paradójico a la par que interesante. De algún modo, en lo retro, convergen lo antiguo, lo vintage y lo moderno. Este estilo de decoración, no deja de ser una amalgama de los otros, empastado convenientemente.
Lo moderno no permanece tanto como lo antiguo. Incluso en temas de decoración, podemos comprobar como las tendencias van cambiando, pero siempre hay algunas que permanecen impertérritas: estilos clásicos por los que no pasa el tiempo. Atemporales pues, combinan a la perfección las comodidades de lo actual, con lo acogedor de lo arcaico.
En términos meramente decorativos, podemos caracterizar la decoración retro por la abundancia, los colores, las texturas. En cambio, la decoración moderna, destaca por el minimalismo en todos los sentidos. Funcionalidad, líneas rectas, espacios abiertos, colores claros e, incluso fríos, son los puntos fuertes de este estilo que recuerda a los países nórdicos.
El orden del minimalismo, sus superficies lisas y vacías, proporcionan esa sensación de limpieza y serenidad, donde los espacios abiertos, son de gran importancia. Lo moderno se simplifica y no caben los objetos decorativos que no cumplen funciones concretas. Los colores desaparecen para centrarse en la gama monocromática de elección y las texturas, son elegantes y frías.
La decoración ofrece infinidad de posibilidades. Puedes optar por un estilo en particular y ceñirte al mismo o puedes combinar lo que más te guste de cada uno, aunque se corra el riesgo de sobrecargar tu espacio vital. Según la personalidad de cada persona, su presupuesto o el interés que sienta por la decoración, cada espacio se define de una manera.
Algo que cada vez se ve más claro es que la gente joven, apuesta por lo añejo. No importa si es vintage, retro o antigüedad. Las nuevas generaciones, buscan esa calidez de antes, esos espacios acogedores donde el color da vida, el caos se convierte en orden y la combinación de elementos dispares, atrae las miradas. Podemos observar esta tendencia cada vez mayor, en más ámbitos que el doméstico. Locales, restaurantes, comercios de toda índole, recurren a lo vintage, a lo retro y a lo antiguo para acercarnos a los orígenes de lo que ofrecen.