“Hollidays”, las maravillosas vacaciones veraniegas se acercan cada vez más y la ilusión por hacer algo diferente va llenando poco a poco la casa. ¡Eso sí! Este año mi deseo es relax y que me traten como a una reina, por eso he confiado en Mercer Hoteles, uno de los mejores hoteles de lujo en Barcelona.
Y es que llegan las vacaciones y pensamos en nuestros deseos y la mayoría de las veces acabamos haciendo lo que desean los demás. Por ejemplo, una familia bien avenida que decide irse de acampada. Los niños se lo pasan bomba, los maridos están en su salsa con las barbacoas y campo para arriba y campo para abajo y nosotras, por mucho que nos guste la naturaleza, acabamos trabajando más que en casa o, como mínimo, igual: que si prepara el desayuno, comida, merienda de los niños, la cena… friega los cacharros cada vez que los uses porque de lo contrario vienen los bichitos del campo… recoge las tiendas de campaña, o las habitaciones de la casita de madera o la caravana porque nadie va a venir a hacernos las camas… etc.
Eso serán vacaciones para los demás, pero unas buenas vacaciones para mí son aquellas en las que me lo dan todo hecho. Son aquellas en las que llego por la noche después de visitar la ciudad y tengo la cena preparada y lo único que tengo que hacer es pensar en qué me apetece y luego meterme entre las sábanas limpias con la cama bien hecha por otra persona que, obviamente, no soy yo. Son aquellas en las que te levantas y no tienes que preocuparte de dejártelo todo perfecto antes de salir a pasear con la familia y, por lo tanto, puedes levantarte tarde y no madrugar. En definitiva, que este año, quería ir a un hotel de 5 estrellas porque me lo merezco.
Soy consciente de que haciendo esto me limito mucho el presupuesto familiar para ocio el resto del año pero ¿sabéis qué? Que siempre estoy pensando en los demás, en cómo ahorrar más, en qué puedo hacer para ayudar a que el resto de mi familia acabe consiguiendo lo que quiere o lo que más le apetece en ese momento y al final yo soy la única que acaba sacrificando cosas y no cumplo nunca mis deseos. Así que hablé con mi marido después de comprobar que este año teníamos unos buenos ahorros para las vacaciones porque, como es lógico, no todos los años nos podemos permitir las mismas cosas, y le expliqué todo lo que ocurría y lo que realmente necesitaba para desconectar un poco de la rutina diaria y tomarme de verdad unas buenas vacaciones. Le costó un poco pero al final me entendió y ya está todo decidido y planeado. Un lujazo.
Y es que puedes ir en el plan que más te apetezca, hasta hay años que quiero ir en plan mochilera con todo a cuestas de aquí para allá visitando miles de sitios e intentando que todo salga lo más barato posible pero esta vez necesitaba unas “vacaciones spa”, ese es el nombre con el que las he bautizado y creo que he dado en el clavo.